espiritualidad y trascendencia

Golconde

Jesús y los Abrazos

Federico Eduardo Infante Lembcke Ph. D.

feinfante@yahoo.com

“La salud mental empieza con el primer abrazo”. (OMS; 2001)

 

Se analizó los cuatro evangelios seleccionando dos pasajes del Evangelio de Marcos, donde Jesús expresa sentimientos y emociones a través de abrazos. Se examina los abrazos en tanto lenguaje corporal, como manifestación objetiva de emociones y sentimientos. Se valora la actitud de sencillez, acogida, respeto, solidaridad, reciprocidad y amor ágape hacia los demás y, en particular, hacia los niños.

 

Los cuatro evangelios ⎼que con las Epístolas, los Hechos de los Apóstoles y el Apocalipsis⎼ componen el Nuevo Testamento, versan sobre “la palabra de Dios” inspirada en la vida, muerte y resurrección de Jesús. Proponemos analizar los abrazos desde el lenguaje no verbal, como manifestación corporal de la subjetividad y expresión de emociones y sentimientos de Jesús, en clave de ciencia psicológica.

 

¿Es realmente tan importante abrazar y ser abrazado para lograr el bienestar?

 

El abrazo es una muestra de amor, realizada al rodear con los brazos (ya sea por encima de los hombros, por debajo de las axilas o de manera mixta) a la persona que le es brindado, realizando una constricción con estos de intensidad y duración variable. El abrazo indica afecto hacia la persona que lo recibe y puede generar la misma respuesta en el receptor. Es un soporte afectivo que expresa nuestro sentimiento hacia esa persona en particular, procurando comunicarle que para nosotros es especial, importante, apreciada.

 

Los abrazos (darlos y recibirlos) ayudan a sentirnos bien, favorecen el desarrollo de la inteligencia en los niños, son un factor antienvejecimiento; regulan el apetito, el sueño, la tensión; fortalecen la función cardiaca, mejoran la autoestima y promueven el altruismo. El contacto físico del abrazo promueve la energía tanto del que abraza como del que recibe el abrazo (Keating, 2013).

 

David Spiegel (Universidad de Stanford, California), demostró que el abrazo como soporte afectivo mejoraba la calidad de vida y disminuía el dolor en el 50% de las pacientes que padecían cáncer de mama. Las mujeres que recibieron esta terapia de apoyo, vivieron el doble que las que no lo recibieron: 36,6 meses en comparación con las otras mujeres que vivieron un promedio de 18,9 meses.

 

Tres estudios de la Universidad de Carolina del Norte presentan las siguientes evidencias:

 

En la primera investigación, se halló que físicamente los abrazos ayudan a liberar la oxitocina y las endorfinas que producen sensación de bienestar. También se activa en el cerebro la liberación de la serotonina, que reduce la agresividad, y dopamina que mejora el humor. La hormona oxitocina contrarresta el riesgo de sufrir infecciones o enfermedades y estimula la producción de anticuerpos que combaten virus y bacterias. Cuando otras personas nos abrazan se incrementa los niveles de oxitocina en la sangre.

 

La segunda investigación mostró que debido a los abrazos la sangre recibe más oxígeno y el corazón mantiene una actividad normal. Las personas que no reciben abrazos desarrollan un ritmo cardiaco de 10 latidos más por minuto en comparación con quienes experimentan esta muestra de afecto frecuentemente, equilibrando el ritmo cardiaco hasta en 5 latidos por minuto.

 

Por último, en una tercera investigación se encontró que las parejas que duermen abrazadas tendrían una menor probabilidad de exponerse a una infidelidad, pues al abrazar el cerebro libera oxitocina. Esta hormona fomenta una sensación de comodidad y vinculación en la pareja, por lo que el cerebro actúa como si todo fluyera bien, lo cual impide que la pareja sienta la necesidad de buscar otra fuente de afecto.

 

Cuando otras personas nos tocan o abrazan se reduce la presión arterial, toda vez que se activan unos receptores de presión, corpúsculos de Pacini (terminaciones nerviosas dérmicas) que a través del nervio vago, envían impulsos electro-químicos al área del cerebro responsable de regular el ritmo cardíaco y la presión arterial, la información es procesada como regulación de la homeostasis (Universidad de Columbia).

 

Cuando abrazamos o somos abrazados, el cerebro reduciría la producción de la hormona del cortisol, generadora de estrés, con lo cual se libera la tensión y se envía señales de tranquilidad al cerebro (Centro para la Investigación Cerebral de la Universidad Médica de Viena).

 

Según un estudio de la Universidad Vrije Universiteit (VU) de Amsterdam, los abrazos reducen la preocupación, los temores y brindan confort y tranquilidad. Incluso las breves e insignificantes formas de contacto interpersonal ayudarían a las personas a enfrentar sus miedos (Koole, 2006).

 

De acuerdo con Dolores Krieger (Universidad de Nueva York), experta en el campo de la terapia de contacto, cuando las personas se abrazan se fortalecería su cuerpo incrementando el nivel de hemoglobina, transportadora de oxígeno a los tejidos.

 

La falta de abrazos y su contenido afectivo durante los primeros años de vida puede causar muerte neuronal, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Duke (USA) que destaca que el contacto físico es indispensable para el desarrollo de las neuronas. Los autores del trabajo advierten que el cerebro de un bebé que no recibe abrazos es aproximadamente 20% más pequeño y, según estudios (1945) del psicoanalista René Spitz, el alejamiento prolongado (más de tres meses) de la madre puede producir una depresión anaclítica en niños menores de un año.

 

Los niños abrazados constantemente tienden a ser adultos menos estresados, de acuerdo a un estudio longitudinal de la Universidad Emory, pues existe una correlación positiva entre contacto y alivio del dolor y el estrés, en especial en las etapas más tempranas de la vida.

 

Fue importante para Marcos, el evangelista, dar a conocer los abrazos de Jesús. Hacer notar que para Jesús, los abrazos eran relevantes. Hay dos textos del Evangelio de Marcos que lo registran.

 

El primer texto de Marcos (9: 35-37) que analizaremos expresa lo siguiente:

 

“Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: “Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, les puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: El que reciba un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado”.

 

El que recibe a un niño con un abrazo recibe a Jesús y al Padre. Jesús, al tomar un niño y ponerlo en medio de los discípulos para luego abrazarlo, y después decirles que de esa manera se le acoge a Él, lo convierte en un modelo de comportamiento cristiano. Este gesto explícito de Jesús abrazando, está fundamentado científicamente en el alto poder terapéutico del abrazo y brinda la pauta y el modelaje de las conductas recomendadas por Jesús a sus seguidores.

 

Abrazar sería como la huella manifiesta de la conducta de la madre que acoge a su hijo desde el alumbramiento, en el amamantamiento, etc., en el cual su cerebro segrega oxitocina, conocida como la hormona del «apego». Gracias a ella, los bebés se sienten vinculados a su madre, seguros, resguardados de todo peligro. En el acto del abrazo, además de la oxitocina, se activa en el cerebro la liberación de serotonina y dopamina, que genera en los niños y adultos una maravillosa sensación de bienestar, sedación, armonía y plenitud.

 

Los abrazos, como modelo de acogida propuesto por Jesús, son una herramienta fundamental para establecer vínculos armoniosos y el preámbulo sensibilizador para abrirse al mensaje del amor ágape del Evangelio.

 

El segundo texto de Marcos (10: 13-16) que analizaremos expresa lo siguiente:

 

“Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos”.

 

El abrazo es un gesto natural de Jesús hacia los niños. Expresa gran enfado al percatarse que le impiden que lleguen a él. Acoge a los niños con un abrazo, haciéndoles sentir a través del mismo la acogida y protección paterna para luego expresar verbalmente y con ademanes una bendición. De los que son como niños, afirma, es el Reino de Dios; la recepción del Reino de Dios se da en actitud inocente, cándida e inofensiva característica de la niñez; actitud que es reforzada con los abrazos y reafirmada con la bendición de Jesús.

 

La emoción del abrazo es de calidad irremplazable. Es la proximidad del otro en un acto recíproco de afecto, de sostener al otro en toda su “humanidad”, de asumirlo espiritual y corporalmente. El abrazo, en el texto de Marcos, posee un matiz afectivo y trascendente, pues alude a la fraternidad, a la comunión generosa, a los dones espirituales. Es decir, tiene su fuente en la conciencia de pertenecer a una “hermandad universal”, de ser partícipes del Reino de Dios. El abrazo es el medio supremo de percibir al otro, como prójimo, como un semejante. Mediante el abrazo es posible alcanzar el trance de fusión de dos identidades en una identidad mayor (Toro, 2005).

 

A través del abrazo manifestamos sencillez, acogida, respeto, reciprocidad, solidaridad y amor ágape a los demás; en particular; hacia los niños y al niño que todos llevamos dentro.

 

Se propone incorporar los abrazos de Jesús a un estilo de vida saludable, como plantea Lía Barbery (2008), terapeuta uruguaya creadora del Sistema Abrazoterapia y autora del libro “El lenguaje de los abrazos”, al desarrollar la abrazoterapia como una innovadora técnica de regulación físico-emocional que utiliza los abrazos como instrumento terapéutico y que permite la aproximación a la persona como un ser total, pues tiende a integrar su cuerpo, mente y emociones de forma armónica y equilibrada.

 

Propongo incorporar los abrazos de Jesús como un modelo ejemplar de estilo de vida saludable y una manera de aproximarnos al bienestar.

 

Bibliografía:

 

  1. Barbery, Lía (2008): “Abrazoterapia, el lenguaje de los abrazos”; Madrid, 188 pp.
  2. http://www.mamanatural.com.mx/2014/04/te-faltan-razones-conoce-7-increibles-pretextos-para-abrazar-a-tus-seres-queridos/. 04.08.14
  3. http://ensegundos.net/2014/06/18/razones-para-dar-un-abrazo/. 04.08.14
  4. Keating, Kathleen (2013): “La terapia del abrazo”; Revista DejaTver, http://dejatver.com/abrazoterapia. 04.08.14
  5. Koole, S. L., Greenberg, J., & Pyszczynski, T. (2006):Introducing science to the psychology of the soul: Experimental existential psychology”. Psychological Science, 15, 212-216.
  6. Pelaéz, J. (1999): «Un largo viaje hacia el Jesús de la historia»; http://www.servicioskoinonia.org/relat/244.htm. 23.09.13
  7. Pereyra, Mario: “Emociones positivas y negativas de Jesús”. http://www.contestandotupregunta.org/Emociones_Positivas_Negativas.html; 09.13
  8. Tamayo, J. (1999): “10 palabras clave sobre Jesús de Nazaret”, Verbo Divino, Estella. http://www.antropo.es/laicos/biblia-y-libros/Tamayo.JuanJose-y-otros_10-palabras-clave-sobre-Jesus-de-Nazaret.1999.pdf. 23.09.13
  9. http://www.pastoral-biblica.org/BIBLIA%20JERUSALEN/indexbibliaconlibros.html. 04.08.14
  10. Toro, R. (2008): “Biodanza”, Sao Paulo, Editorial Olavobras, 2da. Edición, 157 pp.